Habían pasado casi 88 años y la compañía no había tenido que experimentar el dolor de ver caer en el acto del servicio a uno de sus servidores.
Sin embargo, la noche del 6 de mayo de 1972 en la esquina de la calle H. Salas con Freire, mientras la máquina de la primera concurría a una llamado de comandancia, en un feroz choque con un microbús del recorrido de Hualpencillo, repleto de pasajeros, pierde la vida el joven Teniente 2° de la Cía.; Vidal Salgado Jerez, soltero, estudiante y de sólo 21 años de edad. De la colisión resultaron varios voluntarios heridos, entre ellos el Cuartelero Ismael Bastidas Placencia, chófer de la máquina bomberil.
Con el fallecimiento de Vidal Salgado, la Primera Cía. Registró su primer mártir. Iba a cumplir en breve dos años en la institución y estaba pronto a contraer matrimonio. Sus restos fueron velados en una capilla ardiente en el Cuartel de la Primera Cía. Y sus funerales dieron una elocuente demostración de pesar por la pérdida de tan preciosa y joven vida.
El 20 de junio de 1975, en una cruda y lluviosa mañana de invierno y mientras concurría, por obligaciones de su trabajo, a cumplir una misión en Penco, en el camino, sorpresivamente le esperaba otra misión primero, salvar en un grave accidente de tránsito, la vida de los heridos. El Teniente 1° de la Cía. ; Manuel Pacheco Silva, guiado por sus impulsos de servicio, no dudo en bajarse del automóvil que lo conducía para ofrecer su ayuda y prestar auxilio, cumpliendo con los postulados de bombero voluntario. En esa noble tarea se encontraba, cuando otro vehículo de la locomoción colectiva pasó por el lugar del accidente, tirando de los cables eléctricos que se hallaban tendidos en el camino y arrastrando en consecuencia el poste, impactándolo de lleno, dándole una dolorosa e instantánea muerte.
Manuel Pacheco Silva se convertía, de esa manera, en el segundo mártir de la Cía.; tenía una vida bomberil por más de 25 años y en la que había ocupado en repetidos períodos los cargos de Ayudante, Teniente y Capitán de la Cía.; siendo además por varios años Ayudante General de la Comandancia del Cuerpo de Bomberos. Estaba casado con la señora María Orellana Vinet y tenía cuatro hijos. Trabajaba en la empresa de los Ferrocarriles del Estado por cerca de 30 años y se hallaba próximo a presentar su expediente de jubilación.
Durante su vida de voluntario supo ganarse la simpatía de todos por sus dotes de caballero, amable, cordial y franco. Llevaba el principio de servicio en la sangre, quería a su Cuartel como a su propio hogar, difícil será de olvidar su nombre, su figura y su ejemplo heroico que nos lega y la enseñanza tremendamente humana que nos dejó para los que continuamos en la brecha.